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Entre los múltiples proyectos editoriales que se desarrollan en Cataluña hay uno particularmente singular. Por su persistencia, exhaustividad y deseo, Editorial Efadós lleva primaveras picando piedra en lo que no puede definirse de otra forma que como una tajo titánica, la de preservar la memoria fotográfica de Cataluña: ciudad a ciudad, pueblo a pueblo, arrabal a arrabal…
Es así como se han llegado a editar más de 150 volúmenes de ‘L’abans’, una monumental colección a la que han contribuido aportando fotografías miles de familias, todas de forma colectiva armando una vastísima colección de más de 150.000 imágenes que se configuran en existencia como un cuaderno de lo que fue y ha sido Cataluña.
Se comercio, tal y como explica el historiador, museólogo e incansable divulgador Daniel Venteo de componer un «cuaderno fotográfico de Cataluña», una serie de volúmenes de creación colectiva que se completa con otra colección que todavía ha hecho fortuna, ‘La Catalunya desapareguda‘, compuesta a partir de imágenes rescatadas de archivos y múltiples fuentes.
Quien sienta un insignificante interés y curiosidad por el ocupación en el que vive no puede dejar de ojear con placer –a veces todavía con hidrofobia al ver lo que la piqueta, y los ‘tiempos modernos’ se llevaron por delante–, esta obra colosal, que incluye todavía uno de los mejores y más documentados volúmenes sobre la historia gráfica de Barcelona, ‘Barcelona crònica fotogràfica 1844-1986′ (2021), a cargo del citado Daniel Venteo, autor todavía de otro título de remisión, ‘Memorias de Barcelona‘.
Si los volúmenes citados de Efadós se centran en cada ciudad, arrabal o pueblo particular, como novedad, la editorial presenta ahora como título propio ‘Catalunya desapareguda’, que funciona como compendio de las obras mencionadas y que agavilla cerca de 630 imágenes procedentes de álbumes familiares de todas las comarcas catalanas desde mediados del siglo XIX hasta la recuperación de la democracia.
Parte de la indulgencia de estas colecciones -una forma de excavar en la historia de forma amena, que no implica error de rigor-, consiste, claro, en comparar el ayer con el hoy, calibrar qué se ha quedado en el camino y cómo se ha transformado el paisaje, el físico y el humano. No deja de chocar ver las barcas de pescadores tendidas en playas de villas que con las décadas se llenarían de bañistas, hoteles y apartamentos; o el vendaval rural de algunos pueblos, los del Vallès por ejemplo, que en poco tiempo se convertirían en núcleos industriales. Una transformación todavía visible en vestimentas y tradiciones, en los medios de transporte, en los centros de trabajo…
Con precisión y conocimiento, Venteo piloto al maestro, poniendo cada imagen en su contexto histórico, en un cuerpo que no deja de ser un festival para la olfato, un paseo por lo que fuimos.
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