José Manuel Álvarez cuenta con 61 primaveras y es uno de tantos emigrantes retornados que volvió a la provincia desde Venezuela “correcto a las circunstancias políticas y sociales” que agitan el país sudamericano. Fue 20 primaveras copropietario de una empresa de rótulos luminosos que al principio tenía 45 trabajadores, pero poco a poco el número fue decayendo y finalmente tuvo que cerrarlo.
Tras ello, llegó a España en noviembre de 2019 y en 2022 montó su propio bar, aunque solo duró tres meses. “Lo cerré porque hice cuentas y positivamente para avalar dos salarios no daba, entonces no tenía mucho sentido trabajar y no satisfacer las deposición básicas”, explica. Actualmente, cuenta que tiene la ilusión “de valer mi propio negocio más que de trabajar para otra persona, pero con el tiempo se verá”.