Los jueces desmontan un cultivo de marihuana a la semana en la Mina


La cita es a las siete de la mañana en la comisaría de Mossos d’Esquadra de Sant Adrià de Besòs, en pleno barrio de La Mina. El titular del juzgado de instrucción 4 y decano de Badalona, ​​Josep Maria Noales, atiende desde un rincón de la sala de reuniones las últimas instrucciones de los responsables de la operación. El cabo a cargo de los dos equipos de Arro que realizarán el asalto a la vivienda recuerda el protocolo. Lo tienen muy presente. Ya estuvieron en el número 30 de la calle Marte hace un par de semanas. En aquella ocasión las plantaciones de marihuana estaban en el octavo piso y esta vez el objetivo está en el último piso.

Lo bueno de la mina es que vas andando. Tanto es así que esta vez, la comitiva policial encabezada por los policías que realizarán el asalto, seguidos del cuerpo de investigación, un par de sanitarios del Servei d’Emergències Mèdiques (SEM) y dos inspectores de Endesa, solo tienen que cruzar la calle trasera del edificio de la policía. El magistrado y el abogado de la administración de justicia de su tribunal cierran la procesión.

Es la primera vez que los mossos derriban la puerta cuatro de la novena planta. Como esperaban, no hay nadie dentro.

Un mosso d'esquadra de la unidad de investigación de Sant Adrià de Besòs cuenta las plantas de cannabis en un piso de la calle Marte, ayer por la mañana

Un mosso d’esquadra de la unidad de investigación de Sant Adrià de Besòs cuenta las plantas de cannabis en un piso de la calle Marte, ayer por la mañana

Joan Mateu Parra/Disparos

“Con pocas excepciones, es el patrón que estamos encontrando. Pequeñas plantaciones, divididas en varias estancias y cuyos cuidadores visitan una vez al día para comprobar que está en orden”, detalla la vanguardia el cabo encargado de los mossos de la unidad de investigación de Sant Adrià. La semana pasada, sin embargo, de uno de los dos pisos en los que entraron por la calle Llevant, una mujer y un niño pequeño salieron corriendo de repente de ellos. Dormían en un colchón en el pasillo y apenas tenían baño y una pequeña cocina. Ni siquiera les pagaron por estar allí. La mafia responsable de la plantación los dejó vivir en ese lugar para no despertar sospechas.


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Los traficantes se aprovechan de la existencia de viviendas con propietarios que no reclaman su uso

El boom de la marihuana está alcanzando dimensiones descomunales y en este pequeño y singular barrio del área metropolitana de Barcelona su incidencia es dramática. Lo cuenta el deán Josep Maria Noales, al frente de la comisión judicial que ayer acordó la casa. “Este barrio proporciona a las mafias pisos vacíos que nadie reclama y que cada vez son más rentables como plantación”, dice.

Esta vez se trata de una vivienda propiedad de una mujer de 71 años que no ha sido localizada. Su última inquilina dejó todas sus pertenencias, que los traficantes amontonaron desordenadamente en la cocina y parte del recibidor.

Los Mossos del Arro preparan en el patio de la comisaría de Sant Adrià la entrada al piso de la calle Marte, ayer por la mañana

Los Mossos del Arro preparan en el patio de la comisaría de Sant Adrià la entrada al piso de la calle Marte, ayer por la mañana

Joan Mateu Parra/Disparos

Quien vivía allí pintaba, y lo hacía de a poco porque encima de un viejo sofá empotrado frente a la estufa, descansa bajo el polvo una montaña de lienzos sin enmarcar. Se han salvado algunos, como el retrato de una menor, que bien podría ser la nieta del autor. Han respetado una gran paellera colgada de lo que debió ser un fogón de leña.

La plantación ocupa las dos antiguas habitaciones y parte de un comedor cuya pared ha sido desmontada al azar. Al punto que este tercer espacio es tan precario que los traficantes habían dejado de sembrar, por temor a que el techo se derrumbara sobre ellos. De hecho, el juez ordenó dar aviso a la policía municipal y al técnico del Ayuntamiento; y justo cuando la comitiva salía del apartamento, parte del falso techo se derrumbó.


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Desde el pasado 11 de abril, los Mossos de Sant Adrià han ingresado 27 cultivos en la Mina

Desde hace un tiempo, los Mossos d’Esquadra han logrado encontrar nuevos sistemas para detectar cultivos de marihuana en pisos. Se trata de innovar y tratar de burlar a los distribuidores, sin descubrir los sistemas de cómo lo hacen. De momento les funciona. Aunque lo más habitual es la medida de amperios, la potencia de luz que marca el suelo sospechosa y que es una barbaridad en relación al consumo de cualquier familia en verano. La lectura que la policía había realizado los días anteriores en esa casa superaba los 100 amperios, cuando el consumo en verano de una familia normal no supera los 12 con los aires acondicionados a tope.

Con el tiempo, los traficantes también han perfeccionado sus sistemas para conectarse a la red eléctrica ocultando las conexiones. En el piso de la calle Marte había dos conexiones. Uno directamente encima del mostrador de la escalera y otro subterráneo, escondido debajo de las baldosas del rellano.

Dean Noales con los mossos, en el interior de la plantación de la Mina, ayer

Dean Noales con los mossos, en el interior de la plantación de la Mina, ayer

Joan Mateu Parra/Disparos

“Si bajas las escaleras, verás como faltan los azulejos. Los arrancan para reemplazar los que se rompen para hacer las conexiones a la línea eléctrica”, muestra uno de los policías.

A pesar del ruido de golpes, martillazos y estruendos, ni uno solo de los vecinos se atrevía a asomar la cabeza para preguntar o parlotear sobre lo que sucedía. ¿De modo que? En la Mina, las entradas judiciales en pisos dedicados a plantaciones de marihuana se han convertido en nuestro pan de cada día. Sólo los Sant Adrià Mossos han realizado 27 entradas judiciales desde el 11 de abril. Todas positivas. Es decir, una siembra por semana. En todos había plantas. Ayer contabilizaron 305 plantas que uno de los agentes midió para incorporar a su informe.


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La semana pasada, la policía encontró a una mujer ya su hijo pequeño viviendo en una de las plantaciones.

La de ayer no era una plantación especialmente cuidada. En dos o tres semanas se iba a cosechar. Tras el acto, del que toma buena nota el abogado de justicia, y la luz verde de los técnicos de Endesa confirmando que han cortado el suministro eléctrico, los mossos destrozan todo el material en el acto. El juez lo autoriza en su auto. “Todo esto, luces, aires acondicionados, ventiladores, es un instrumento del crimen, pero no es necesario llevarlo a la comisaría. Por eso se autoriza su destrucción porque sólo sirve para este tipo de plantaciones”.


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