Sexo y celos que llevan a crímenes de proximidad


Este texto pertenece a ‘Dossier Negro’, un boletín inspirado en el podcast del mismo nombre, que Enrique Figueredo enviará quincenalmente los miércoles. Si quieres recibirlo, regístrate aquí.

Las estadísticas confirman que los perpetradores de crímenes de sangre provienen, por así decirlo, del círculo íntimo de la víctima en un porcentaje muy alto. Esto confirma la aterradora realidad de que el peligro siempre está más cerca de lo que nadie puede imaginar. La nueva entrega de Dossier Negro, que trata sobre el llamado triple crimen de la Sagrada Família, es un buen ejemplo de ello y al mismo tiempo de que una víctima puede ser víctima dos veces si descubre que la causa de su dolor es alguien a quien amaban o amaban. Qué es lo que quiere. Mónica Claveguera encontró a su familia, sus padres y su sobrina, muertos a golpes. El sospechoso detenido resultó ser el que había sido su pareja durante 10 años y que no aceptaba la ruptura.

Son casos en los que se destila una extraña mezcla de carnalidad desbordante y celos malsanos con el peor resultado: un acto delictivo. El también conocido como crimen de la Policía Urbana, cuya víctima y protagonistas fueron miembros de esta policía barcelonesa, fue el resultado del cóctel de sentimientos e impulsos ya descrito. La mujer del difunto y su amante cumplen condena por el asesinato de su marido: un laberinto mortal de pasiones.

Rosa, condenada por el crimen de la Policía Urbana, junto a Albert, los otros condenados

Rosa, condenada por el crimen de la Policía Urbana, junto a Albert, los otros condenados

Mayka Navarro/Archivo

Transferencia de daños. En casos como el triple crimen de la Sagrada Familia y otros similares, el agresor perjudica a los familiares de su pareja para causarles el mayor dolor posible con la intención de vengarse. Cuando se da el caso de que hay descendientes en el núcleo familiar, la violencia machista se aprovecha de los pequeños. Los datos indican que el machismo va en aumento y cada vez es más cruel.

Padres que no aman La muerte de la pequeña Asunta Basterra, asesinada en los alrededores de Santiago de Compostela en 2013, es otro escalofriante ejemplo de violencia íntima con fines enfermizos. Sus padres adoptivos -Asunta fue traída de China- la mataron porque de alguna manera, según el fiscal, su dañado matrimonio quería volver a la vida anterior a su paternidad, especialmente su padre, Alfonso Basterra.

Un hogar infernal. Sucede que dentro de estos casos de violencia en los que el agresor se encuentra en el entorno más cercano de las víctimas, un número importante de ellos se producen cuando los padres están separados recientemente o en proceso de separación. Un inexplicable episodio de violencia contra su familia es el protagonizado por el ciudadano alemán Thomas Handrick al matar a su mujer y a uno de sus dos hijos en Tenerife. El segundo logró escapar in extremis de la masacre.

Malditos celos. El miedo a perder a alguien o algo puede provocar una ruptura del equilibrio emocional. Los celos, en casos extremos y patológicos, pueden conducir a respuestas criminales. Fue precisamente por esta forma de percibir la realidad que Winnie Judd mató en la década de 1930 a dos de sus compañeras de piso en Arizona con quienes sospechaba que su amante mantenía una relación secreta. Los cortó e intentó moverlos en baúles separados.

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