Flocea, nacional moldavo, que compareció ante el Tribunal con un traductor, es considerado el líder de una pandilla organizada que ya fue juzgado en junio de 2022, cuando el “jefe” fue buscado y capturado. Según la Fiscalía, el gobierno moldavo Dirigía una fábrica ilegal de cigarrillos en Cambeo (Coles)donde se incautaron 150 toneladas de hojas y picaduras junto con 250.000 cigarrillos etiquetados con la marca Marlboro, sin control sanitario ni fiscal, valorados en 21 millones de euros.
Operación Straperlo
El Operación StraperloEn el encuentro, realizado por la Policía Judicial de la Guardia Civil de Ourense, Vigilancia Aduanera y el grupo Greco de la Policía Nacional en Cambeo, se detuvo a 25 personas, aunque el fiscal, tras la investigación, sólo acusó a nueve. Sólo siete de los nueve acusados fueron juzgados el año pasado y aceptaron dos años de prisión. Dos de los investigados se habían dado a la fuga durante la investigación. Tanto Flocea como Boris Stanilla Ni siquiera fueron incluidos en el procedimiento. porque cuando comenzó el operativo no fueron localizados. Desde entonces, se les ha impuesto una orden de búsqueda internacional. Precisamente, el abogado de “Borman” alegó ayer que Su cliente no sabía que lo estaban buscando. ni la actividad delictiva imputada, un delito de contrabando.
La investigación policial que gravita alrededor de la fábrica de Cambeo Sostiene que existía una organización estructurada, con ramificaciones internacionales, que empleaba mano de obra no regularizada, trabajadores reclutados en Ucrania antes de la guerra. Algunos de ellos, cuando entró la Guardia Civil, no sabían en qué país se encontraban. Los cigarrillos llegaban de distintos países -Rumanía y Bulgaria- por vía terrestre, mientras que en Cambeo los cigarrillos se fabricaban y envasaban para el mercado negro, Reino Unido. , principalmente, donde el negocio fue mejor debido al alto precio de los cigarrillos. el pack (hasta 16 euros). Allí, según los investigadores, el tabaco llegaba por barco desde puertos portugueses, que estaban menos controlados que los españoles. No sólo había un centro de trabajo ilegal en Coles pero también en Ponteareas (Pontevedra) y Valladolid.