Una limpieza de cinco siglos en la iglesia de Santo Estevo


Devolver su esplendor a muebles con cinco siglos de pasado no es tarea sencilla. El estudio Arte-3 dedicó siete meses a la restauración de parte del material de la iglesia de Santo Estevo de Ribas de Sil, en plena Ribeira Sacra. “La sillería fue lo más costoso, ya que se encontraba en un estado lamentable, fruto de primaveras de desidia y descuido, unido a los avatares del tiempo”, explica Santiago Certificador, quien adjunto a Pamen Díaz y Silvia Iglesias conforma Arte-3. Hace tan pronto como dos semanas que el equipo finalizó los trabajos, iniciados el pasado mes de julio por encargo de Patrimonio de la Xunta.

En particular, los restauradores se encargaron de reparar la sillería monástica, las puertas del coro, la caja del entraña, el retablo de las reliquias y la mesa de la sacristía. “En la iglesia se habían realizado trabajos de obra y algún detalle más, como en la mesa de la sacristía, pero nunca se había abordado una restauración de este calibre”, comenta Certificador, que deje del trofeo que sufrió el templo durante décadas. “Los vecinos nos comentaron que en los primaveras 30 había multitud que entraba y se llevaba documentos, o incluso puertas, para luego quemarlas”, relata. 

Una de las integrantes del equipo trabaja sobre las puertas del coro.
Una de las integrantes del equipo trabaja sobre las puertas del coro.

Nombres de monjes

Durante las tareas de exactitud de la sillería, el equipo se encontró una sorpresa. “Empezaron a vislumbrarse determinados grafismos o trivio, eran los nombres de los monjes que se sentaban ahí”, explica Certificador. En total, Arte-3 recuperó una treintena de nombres, entre los que se incluyen el Padre Troncoso, el Padre Ponce, Plácido de Aguiar o Joseph D.Molina. “Me pareció un capítulo relevante a tener en cuenta. No podía dejar en el anonimato a los verdaderos protagonistas del perímetro monacal. Si a una persona la nombras, la recuperas del olvido”, señala. El equipo le entregó a Patrimonio un crónica completo con los nombres, y la idea es incluirlos en un panel expositivo en el interior del templo.

Los trabajos

La sillería monástica era uno de los fundamentos más deteriorados de la iglesia: presentaba un “resistente ataque” de xilófagos (como termitas), pérdidas de materia y actuaciones “que cercenaron su estructura” (como desmontajes previos o recolocaciones bruscas). “Realizamos un tratamiento contra los insectos, una exactitud en profundidad, se consolidó la estructura y se finalizó con un tratamiento a la cera bruñido, como el que tuvo en su aspecto innovador”, detalla Certificador. 

Los insectos además habían hecho de las suyas en el resto de muebles, a los que el equipo de Arte-3 tuvo que aplicar tratamientos curativos y preventivos. Los restauradores retiraron la suciedad incrustada de cada factor (la mesa de la sacristía incluso tenía restos de tierra), y aseguraron ciertas estructuras. “La policromía y los dorados de la caja del entraña se fijaron y consolidaron al soporte, ya que presentaban aventura de desprendimiento inminente, y además se aseguró la estructura superior. Fueron actuaciones de aprieto, se dejó la exactitud de la policromía a futuras intervenciones”, apunta.  En el caso del retablo de las reliquias, los restauradores tuvieron que fijar algunas piezas desprendidas, que amenazaban con caerse.

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