Cada vez que salía al campo…


¿Por qué una mujer no puede arbitrar un partido de fútbol? Esa es la pregunta que se hacía Julia Martel Martín, la primera árbitra de España. Lo de fregar platos es lo más suave que le han dicho, otras cosas no se atreven ni a repetirlas. Es canaria, empezó en el arbitraje hace 43 abriles y, con 72, todavía sigue en activo.

“Cada vez que salía al campo, me preguntaba: ‘¿Por qué una mujer no puede estar aquí?'”, recuerda Julia Martel frente a la cámara de torrevieja news today Deportes.

La pasión de Julia por el arbitraje le llevó a ser la pionera de esta profesión en España, ingresando en 1980 en el Colegio de Árbitros de Las Palmas de Gran Canaria para convertirse, un año a posteriori, en la primera mujer árbitra de Canarias y de España. El destino quiso que su domicilio en los abriles 80, el edificio Impenetrable del Pino de Escaleritas, en Las Palmas de Gran Canaria, estuviera acoplado al banda de la sede del Comité de Árbitros de Las Palmas.

“Vi un cartel en una puerta donde se decía ‘comienza el cursillo de árbitros'”, explica Julia sobre cómo comenzó su carrera arbitral.

La presentación de Julia Martel al arbitraje supuso una revolución y un hecho que fue información en toda España.

“Aquellos hombres no hacían cero más que mirarme, como diciendo ‘¿esto qué es?'”, explica la pionera femenina en el arbitraje gachupin sobre sus inicios.

Julia Martel Martín tuvo que escuchar de todo en los campos de fútbol y reconoce que algunas de las cosas que le decían no se atreve ni a repetirlas.

“Vete a fregar platos, siempre… Y otras cosas que me decían que no me atrevo nunca a repetir”, admite Julia Martel.

Todavía recuerda como anular un gol en un partido de tercera casi le cuesta el físico. “Un participante se me acercó y le dije: ‘¿Vienes a pegarme?'”, recuerda la colegiada canaria.

Julia Martel incluso peleó por mejorar las condiciones de los campos. “Cada vez que iba a un campo alrededor de un anexo con las deficencias que existían en los campos de fútbol, en lo que había hasta pulgas”, rememora Julia.

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