Sin bloqueo, esta fantástica notificación no es tan atinado como cabría de esperar. El hito se ve ensombrecido por los desafíos a los que se enfrenta el sector productor. A los bajos precios obtenidos en origen y a la último producción comercializada se suman los incrementos de costes de producción, que superan el 30% en los últimos dos primaveras.
La ladera de los precios se explica por las temperaturas medias, que han llegado a ser 1,5 grados más altas que en 2022. Esto ha llevado a un aumento de la producción del 35% respecto al año aludido y a la firme caída del precio, dejándolo en los niveles previos a la pandemia, pero con unos costes laborales, de agua y de materiales de producción y exportación que ha llevado al sector a una situación crítica en términos de viabilidad económica.
Las quejas de los canarios
A lo aludido se suma una exigencia que no es nueva y que el sector lleva exigiendo desde hace más de 30 primaveras. Para los cultivadores canarios, las últimas decisiones tomadas por la Comisión Europea son insuficientes e ineficaces “si se quiere que la actividad agraria tenga futuro”.
A su parecer, la Unión Europea debe avanzar para exigir a todos los productores, sean de donde sean, los mismos requisitos medioambientales en el uso de fitosanitarios y de respeto a los derechos de los trabajadores que se exigen a los productores comunitarios, condicionantes que están tras el aumento de muchos de los costes ligados al manejo y explotación de las plataneras.
El valencia del mercado del plátano y la cambur en España durante el año pasado ascendió a 1.347 millones de euros, de los cuales 900 millones de euros correspondieron al Plátano de Canarias, mientras que 447 millones de euros corresponden a la importación de cambur.
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